Hoy
fue la primera vez que hablé con Ana. Hace ya un año y medio que nos volvemos
en el mismo ómnibus, pero durante el viaje nunca habíamos conversado.
Romper esa ley que me impedía levantar la barrera de la comunicación, me generó cierta satisfacción.
Al comienzo ella no comprendía cabalmente la situación. Obviamente yo la entendí.
Pero me pareció mejor idea no aclarar nada de mi capacidad empática. No era momento para hacer las cosas fáciles. Porque seguro ella pensaría que durante todo este tiempo fui un manipulador, y cruel calculador que esperó el momento exacto para lanzar la primera palabra al aire.
Romper esa ley que me impedía levantar la barrera de la comunicación, me generó cierta satisfacción.
Al comienzo ella no comprendía cabalmente la situación. Obviamente yo la entendí.
Pero me pareció mejor idea no aclarar nada de mi capacidad empática. No era momento para hacer las cosas fáciles. Porque seguro ella pensaría que durante todo este tiempo fui un manipulador, y cruel calculador que esperó el momento exacto para lanzar la primera palabra al aire.
Como
chicos que salen del colegio y no están autorizados a hablar de nimiedades sin
el consentimiento de sus padres o maestros, fuimos hablando de lo que seguro
tenemos en común.
Sucedió
que largué una piedrita, y poco a poco fui advirtiendo como se construía una
bola de nieve. El truco del enigma funcionó. Preguntar más de lo que contaba,
obviamente, me colocó en un lugar inaccesible para alguien que da sus primeros
pasos.
Pero
era lo que quería. Si goza de apenas una pizca de curiosidad, va a querer leer
las noticias que se esconden detrás de los titulares que ya leyó.
Además,
ahora piensa que dijo cosas interesantes por el simple hecho de que fue
escuchada con interés. Hay pocas cosas más traicioneras que las suposiciones.
Me da pena que ella, justo ella, no lograra adivinar la traición. Pero de
cierto modo, durante ese rato, ella también fue mi rival, y ante un rival,
nunca debemos ceder.
Y
no lo hice, nunca abandono antes de terminar el partido. Aunque el resto confunda
ese beso, suave, dulce y cariñoso, con algo parecido a claudicar.
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