domingo, 7 de julio de 2013

Por un momento

Por un momento creí en los plazos como verdaderos bombos marcando el ritmo de mi vida. Durante horas o días, o quizá durante años, pensé en vivir esperando algo importante. Así dejé los libros ordenados con rigurosa prolijidad en la biblioteca. De esa forma apoyé la guitarra en el sillón incómodo que no se usa. Por eso apagué el proyector para no ver más películas mentirosas. En ese rollo me embarqué para olvidarme de los relatos cargados de maravillosa magia que en las noches de invierno tuve la suerte de escuchar; encerrados en una habitación, El Oso, mi gran amigo que ahora vive en paradero desconocido (desconocido para mi), me llevaba a visitar las calles de Montevideo. Esa ciudad que estaba presente en todos sus relatos, era muy distinta a la que yo conocía, y mucho más extraña a la del presente, pero muy similar a la que ahora imagino.

Por un momento, digamos por apenas unos segundos, fui muy feliz. Eso fue cuando en una entrevista, una señora maquillada por el enemigo, con colores azules y celestes vistiendo sus párpados; confirmaba mi traicionera fortuna: mis méritos me habían ayudado a convertirme en un trabajador bancario, multiplicando mis ingresos mensuales por cinco. Cuando salí de esa reunión, miré para los costados y las calles no eran como las contaba El Oso, y miré para arriba, y el cielo estaba gris, y nublado. Entonces el vacío en mi interior fue mucho más grande, profundo y extenso que el vacío que transmitían los ojos de aquella mujer.

Por un momento los viajes, la ropa, los relojes fueron premios para una vida en ascenso. Por un momento la música fue lo que me dió las palabras para levantar las minas que la fragilidad de mis principios enmudeció. Por un momento el espejo reflejó la cara de alguien que me daba miedo. Por un momento el personaje fue mucho más "je" que la persona. Por un momento me despedí de la vida pensando en no vivir ninguna muerte. Por un momento sentí miedo, y salí corriendo al infierno.

Ahora, y por un momento, cuando de nuevo me levanté del escritorio y dejé el lápiz en posición horizontal, cuando hace más de un mes que no veo ninguna película rabiosa, cuando hace semanas que sólo leo para aprender, cuando necesito la música para vivir y la defiendo con la vida (aún sin saber por qué); ahora también siento miedo, pero me doy cuenta que el único camino al paraíso (o al infierno) es no alejarme de mi. Y todo es por un momento.

1 comentario:

  1. Y los momentos son más de uno. Tantos, que los bordes empiezan a desfigurarse y se funden en un mismo abrazo, perdurando, perdiéndonse al infinito que siempre podemos alcanzar.

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