lunes, 28 de octubre de 2013

Club Atlético Mercenarios

posteado por NB

«Pero este nuevo mundo, complicado y multidimensional, siempre en movimiento y en combinación constante, ¿traerá la esperanza de una mayor fraternidad entre los seres humanos? En esta época de xenofobia, parecemos estar muy lejos de esa confraternización. No lo sé. Pero pienso que tal vez encontremos la respuesta en los estadios de fútbol del mundo. Porque el más universal de todos los deportes es, al mismo tiempo, el más nacional. Hoy día, para casi toda la humanidad, esos once jóvenes sobre un campo son los que representan a «la nación», el Estado, «nuestro pueblo», en lugar de los políticos, las constituciones y los despliegues militares. A primera vista, estos equipos nacionales están formados por ciudadanos del país. Pero todos sabemos que estos millonarios del deporte solo aparecen en un contexto nacional unos pocos días al año. En su principal ocupación son mercenarios transnacionales, con un sueldo altísimo, contratados todos fuera de sus países de origen. Los equipos a los que un público nacional aclama día tras día son en realidad un variopinto conjunto de Dios sabe cuántas naciones y razas; dicho de otro modo, de los jugadores más reconocidos y selectos del mundo. En los clubes nacionales de más éxito, a veces apenas tienen a más de dos o tres jugadores nativos. Y es lógico, incluso para los aficionados más racistas, porque también ellos quieren un club ganador, aunque haya dejado de ser pura raza.

Feliz la tierra que, como Francia, se ha abierto a la inmigración y no cuestiona la identidad étnica de sus ciudadanos. Feliz la tierra que se siente orgullosa de poder escoger en su equipo nacional a africanos, afrocaribeños, bereberes, celtas, vascos y a los hijos de inmigrantes ibéricos y de la Europa del Este. Felices, no solo porque esto les ha permitido ganar la Copa Mundial, sino porque hoy los franceses -no los intelectuales y los principales oponentes del racismo, sino la masa, la que a fin de cuentas inventó la palabra «chovinismo» y sigue encarnándola- han declarado que Zinedine Zidane, su mejor jugador, un hijo de inmigrantes musulmanes de Algeria, es simplemente «el mejor de los franceses». Ciertamente, esto no está muy lejos del viejo ideal de la hermandad entre todas las naciones, pero sí lo está -y mucho- del punto de vista de los matones neonazis de Alemania y del gobernador de Carintia. Y si a las personas no se las juzga por su color de piel, por su lengua, su religión y otras cosas por el estilo, sino por su talento y sus logros, entonces hay razón para la esperanza. Y en verdad hay razón para la esperanza, porque el curso de los acontecimientos históricos nos lleva en la dirección de Zidane y no en la de Jôrg Haider.»

Fecha y fuente original: Conferencia pronunciada en el Festival de Música de Salzburgo, en 2000

Del libro UN TIEMPO DE RUPTURAS - Sociedad y Cultura en el siglo XX
ERIC HOBSBAWM
ed. Crítica, 2013


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