jueves, 19 de septiembre de 2013

La idea vacía

"Yo soy blanca como hueso de bagual" repetía Charo cuando en la conversación -por alguna u otra razón- aparecían referencias a la política nacional.
Ella, responsable de la limpieza en el instituto de enseñanza en el cual trabajé durante dos años, nunca pudo fundamentar sus motivos para semejante elección partidaria -por eso no hablo de elección política-. Ahora recuerdo que los patrones -también seguidores del Partido Nacional- se referían a ella como "la señora". Curioso.

Por otro lado, mi bisabuela se declaraba "pachequista" en ese caso por un argumento bastante fuerte "si los comunistas ganan te quitan todo y se llevan a tus hijos". Ella falleció cuando yo tenía seis o siete años, en aquel momento no entendía ninguno de los términos, pero si bien los comunistas me daban miedo, los pachequistas me inundaban de terror.

A ese discurso pro ideología pachequista, lo escuché infinidad de veces, coincidiendo con el primer gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti. ¿Lo recuerdan? El famoso cejudo. Pedro Dalton creo que hace alguna referencia a ese mote, si aciertan el tema en que lo hace, avisen. 
Ese mandato fue del 85 al 90, luego lo sucedió el Dr. Luis Alberto Lacalle del 90 al 95, para dar paso, nuevamente, a otro periodo de gobierno del cejas.

Me gustaría volver a esa parte de la historia no tanto desde el enfoque personal, sino más bien desde lo conceptual, pero soy incapaz. En aquel tiempo las restricciones económicas o el odio imperante hacia la izquierda o hacia la derecha -dependiendo quien hablara- callaron todas mis palabras. No las eliminaron, las callaron, y por eso mi discurso más o menos infantil quedó en un plano solipsista que me dotó para conversar únicamente conmigo mismo. O sea, esos gobiernos de derecha no sólo desvalijaron al país desde la óptica económica.

Afortunadamente, hoy puedo luchar para escapar del subjetivismo radical. Al menos eso creo, y tengo la suerte de cuestionarme sin caer de forma estricta en afirmaciones vacías de contenido.

Abriendo cancha a la discusión y para continuar con lo partidario, tomo el caso de la alianza entre blancos y colorados para disputar las próximas elecciones departamentales.

La convención del Partido Colorado apoyó el acuerdo político para impulsar un lema en conjunto con el Partido Nacional, para enfrentar al Frente Amplio -que viejo que suena ya este nombre- a nivel departamental en Montevideo. Ahora falta que se expresen los blancos, que según dicen, tienen un sistema de definición más ágil.

Está claro, al menos por el accionar histórico de estos partidos, que no importa la propuesta que van a llevar adelante, sino asegurarse que cada uno tenga un candidato. Y algo de eso puede leerse en la prensa.

Por ejemplo, El País publica:


O sea que la cuestión formal, pesa más que el contenido, tanto sea para definir el nombre del candidato o el nombre del partido. Es decir que en base a esta nota, puede interpretarse que la única definición política que se sometió a discusión fue la unión del partido colorado con el partido nacional. Y tanto la propuesta, el "para qué lo hacemos" queda rezagado a un segundo plano que todavía no se conoce. 

En el caso de que la fusión blanquicolorada gane las elecciones, es decir, que derroque al FA. ¿Qué sucedería? No sabemos cuales son las propuestas, está bien, ahora están en un paso anterior, pero repito, ¿para qué?

Si el objetivo liso y llano, es alcanzar el trono, el debate político queda por el piso.

Por su parte, La Diaria le da espacio a los opositores -el opositor- a la propuesta de fusión, pero antes informa cómo se tomó la noticia en cada una de las cúpulas partidarias. 
En la misma nota, también se informa sobre la acción que uno de los líderes realizó en las redes sociales para pedir "sugerencias" de nombre para el futuro partido.

Dado que para quienes estamos por fuera de la estructura partidaria -tanto sea de derecha o izquierda- resulta complejo comprender las emociones y opiniones que surgen luego de estas instancias, se nos despiertan algunas interrogantes que van más allá del trámite particular.

Me gustaría detenerme en la siguiente cuestión:
¿Cuántos periodos de gobierno son necesarios para que las ideologías(?) pierdan su contenido?
Parece que a nivel departamental alcanzaría con cinco. Pero así construida la escena parece una confirmación de que nunca existieron ideas de Política, sino, y fundamentalmente, el interés personal -y de nombres- por acceder a cargos institucionales que permitan estar cerca del poder que alimentaría las ambiciones particulares e individuales de aquellos que se postularon como candidatos en cada ocasión.

Como contracara de este proceso, se puede vislumbrar algo más oscuro para el futuro del sistema político uruguayo. En un contexto polarizado, al cual se llega desde un planteo burocrático carente de toda visión conceptual -y repito, eso es lo que aparece hacia afuera- al partido que ostenta el gobierno le resultaría muy fácil defender su posición actual.

Quiero decir, el Frente Amplio puede basar su propuesta electoral en argumentos que muestren la falta de sentido político en una alianza electoral de color rosado. La chatura en los discursos continuaría cayendo, aún más abajo del nivel que tiene hoy en día. Tal vez gane nuevamente en Montevideo, pero en lugar de hacerlo por mérito propio lo haga por la flagrante falta de contenido en la propuesta de sus adversarios.

Aunque creo que no debería alarmarme, seguramente sea eso también haya sucedido en las elecciones nacionales pasadas. Y en las anteriores. Y en las anteriores a esas. Y en las anteriores a las anteriores a las anteriores.

Y en cuanto a la opinión de Amado cuando dice: “No podría encabezar algo en lo que no creo y que siento es un profundo error y que sólo el tiempo dirá quiénes son los equivocados”, digo que estoy de acuerdo con él respecto a la parte de que será la historia la que dirá la "verdad". Pero en referencia a la primera parte, le diría que no, no es un error. Su partido se está manifestando honestamente, y está explicitando la postura de defender las posibilidades de acceso al poder, cueste lo que cueste. Sabiendo que en este caso cuesta muy poco, porque el costo no es ideológico. Es burocrático.

Y si de burocracia se habla, vuelvo al tema de Ope Pasquet y las sugerencias de nombre.
El trámite de confirmar el nuevo partido se trabó porque el Partido Uruguayo se les adelantó y registró antes que ellos las opción que tenían en primer lugar. Así que tuvieron que retomar esa discusión. El proceso de bautismo podría repetirse al infinito si cada vez que decidan un nombre, otro va a la Corte y lo registra antes que ellos. Veremos como se las ingenian para que eso no ocurra.
Para cerrar este aburrido post de reflexión sobre el sistema de partidos, me atrevo a dar una sugerencia para eso que se anuncia como "nuevo". Creo que sería muy útil a efectos electorales, que blancos y colorados continúen blanqueando -valga la redundancia- el vacío que los trajo hasta estos tiempos. Si el legislador Pasquet lo permite, sugiero que ese nombre tan buscado sea simple y honesto. Sin más, le digo que se anime a sincerarse, y que sin temor llame a la criatura como "La idea vacía".







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