Estas
cuatro paredes ahora son más aburridas que antes. Incluso con el póster del
Joker en medio, estas paredes son más aburridas que antes.
Ahora
tengo treinta años, y hace cinco que vivo en soledad. Bueno, eso en cierto modo
es una falacia, nunca se vive solo. Pero ustedes me entienden. A pesar de las
visitas de esas mujeres, que vienen los domingos de madrugada, o los sábados de
noche, o las que caen entre semana. Ustedes me entienden.
Estuve
enamorado de Mónica, realmente la amé. Probablemente aún la ame, pero
no tengo los huevos para asumirlo. Enfrentar el amor sin la persona amada es
algo muy duro, lo viví antes de conocer a Mónica. Y terminé en un psiquiátrico.
Es que hay personas más débiles que otras. Yo soy una de esas, frágil, como una
copa de cristal. Pero a veces, si me sabes tocar, sueno bien.
No
sé que puedo contarles. Tal vez sea interesante conocer la historia que viví
con Laura, la mujer que conocí antes de meterme con Mónica. Una tipa muy dura.
Firme en todo sentido. Hasta sus pechos, no muy grandes y firmes. La conocí por
mail. Parece ser, que ella me conocía, entonces comenzó a escribirme (o sea, al
menos conocía mi dirección de correo). Quiero aclarar que no soy tan crédulo
como para pensar que la gente se termina conociendo, no. Pero ustedes me
entienden.
Ella
tenía gran habilidad para escribir. Le gustaba el mundillo del rock, sabía de
música, también. Entonces me entró por ese lado. Para los que no lo saben:
pienso que la música es lo que mantiene al mundo con vida. Es una suposición
mía y puede tener sus errores fundamentales, lo sé, pero para que entiendan lo
que les cuento, consideren el supuesto como algo válido.
Pasaron
unos meses, y el intercambio epistolar mutó extraordinariamente. Para ser más
claro: al comienzo de la peripecia nos escribíamos tres o cuatro mails al día,
a veces cinco. Pero en cierto momento, yo dejé el trabajo, para poder
escribirle. Ahora no recuerdo si ella trabajaba o no. Es que no hablábamos
mucho de lo cotidiano. Casi siempre divagábamos. Por si no lo saben: me
interesa muchísimo divagar.
Vinculado
a esa casi obsesión que padezco, de pensar todo el tiempo en mundos paralelos y
realidades alternativas, les comento que últimamente antes de dormir pienso que
todo lo que se dice en el mundo serio, concreto y real, ya está escrito. Tiendo
a pensar que la noticia que da el señor del informativo todas las noches, ya
fue contada por otro, mucho antes. Entonces tiendo a prescindir de los
noticieros. No sé si eso es algo verdadero o no, la cosa es que no tengo idea
de nada. Sé que mucha gente anda matando otra gente por la pasta base, creo.
Pero no me pregunten, porque no sé.
Además
agrego que en ese sentido tengo referentes. Por ejemplo, creo que Syd Barrett
ya se adelantó a un montón de comentaristas de TV (y de diarios, obvio). Es que
el tipo fue un adelantado en todo sentido. ¿Qué otra cosa puedo decir?
Volviendo
al tema anterior, al de los mails con Laura (no al aburrimiento, ni a Mónica),
les cuento que dejamos de contar la cantidad de mails y pasamos a contar la
cantidad de horas que transcurrían mientras tecleábamos. Aquello era genial.
Pero para no extenderme en esta historia que seguramente ya fue escrita por
otro (y comentada en un diario o programa de radio, por cierto) les adelanto
que a Laura nunca la vi.
No.
No sé si era una mujer y sus pechos eran firmes, eso simplemente fue una
deducción, posiblemente errónea. Pero como a toda persona, me gusta deducir
apresuradamente. Tal vez Laura era un hombre, quizás un travesti. Puede que
fuera mi vecina, o la dueña del apartamento que ahora digo que es aburrido.
Porque en este lugar vivo desde hace mucho tiempo. Recuerden que más arriba les
dije que luego de Laura conocí a Mónica.
Bueno,
Mónica vivió conmigo aquí, y me ayudó a que esto no fuera tan aburrido. Hasta
que me aburrió. Un día les voy a contar como empezó todo con Moni (yo la
llamaba así, a veces también le decía sweetheart y a ella le
gustaba). Por lo pronto simplemente indico que ella me ayudó a salir del
loquero, ese sitio horrendo al que entré después de hundirme en una depresión
profunda y enorme, por no conocer a Laura.
Lo
sustancial de todo esto, es que me sigo aburriendo, aún con el Joker sonriendo
en mi pared. Pero no menos importante es que estoy curado. No necesito varios
inyectables al día, ni reportarme frente a ningún psiquiatra de mañana (ni de
tarde). Soy un hombre nuevo, aún creyendo que todo ya está escrito, estoy bien,
de nuevo.
Para
dejar de aburrirme, ahora me imagino que alguien más empezó a leerme, que no es
Laura. Tengo fantasías de todo tipo. Una vez me hice la cabeza con que una
mujer llegaba a mi blog de casualidad, y se enganchaba con un post. Y después
de ese pasaba a otro. Y a otro.
Entonces
yo me preguntaba: ¿qué mierda encontró esta mujer que no encontré yo? Nunca
obtuve respuesta. Es que era pura imaginación. Esa noche soñé que la mujer le
contaba a su mejor amiga sobre el blog. La amiga le hacía preguntas, y le
terminaba diciendo que nada tenía sentido, y tenía razón. Entonces yo me
amargaba en el sueño, y no sé como sucedía pero finalmente terminábamos
hablando los tres, en una extensa conversación. Lo curioso (además de que la
conversa era en alemán) es que yo pegaba más onda con la amiga, que con la
mujer que leía. Eso de los sueños es asunto serio.
Hay
algo en lo onírico que me seduce. El subconsciente funciona como una licuadora
de conceptos. Toma un montón de cosas importantes, las mezcla con banalidades y
te dice:
-
che, interpretá esto, seguro vas a resolver tu existencia y descubrir el
sentido de la vida.
A
veces pienso que el tipo que maneja el subconsciente es un hijo de puta.
Después me doy cuenta que el hijo de puta puedo ser yo, y empiezo a
preocuparme.
Como
verán soy un tipo preocupado, aburrido y lleno de interrogantes (?). Pero la
música me hace sentir vivo. Cuando era más chico lo que me hacía sentir vivo
era un programa de televisión que se llamaba Maxianimados. Uno de los
personajes que salía allí era genial. Me hacía reír mucho. Después pasó a
trabajar de cómico y perdió la gracia, pero no voy a ser tan malvado como para
nombrarlo. De niño pasaba riendo, luego de grande dejé de hacerlo.
Excepto
a veces, no siempre, cuando fumo faso empiezo a reír y no paro, posta.
Jajajaja. Que gracioso. Es mejor la risa cuando estoy sin nadie a los costados,
ni adelante (y ya que estamos: ni atrás). Cuando fumo porro rodeado de gente me
vuelvo paranoico. Pienso que alguno de esos me puede matar, o puede mearse
encima. Y si se mea encima, yo puedo llegar a cagarme de la risa. Entonces ese
meón puede llegar a enfurecerse, y matarme. O sea, siempre pueden llegar a
matarme.
Imaginen
que horrible sería la noticia: "Drogón muerto a golpes -por cagarse de la
risa- de un meón". Bueno, si ese titular fuese escrito por Capote, no
sería tan horrible. Pero como ustedes ya se habrán dado cuenta, lo que quiero
decir es que todo ya fue escrito. En este caso por Capote. Aunque sospecho que
él escribiese sobre mear, cagar y matar.
Vale
la pena aclarar que fumar marihuana también genera otro tipo de efectos, pero
esos deberían ser contados por otros consumidores, no por mí, porque yo termino
en la risa o la muerte.
Les
quiero contar, también, que muchas veces después de decir algo, empiezo a
sentirme como un estafador. Por ejemplo, nunca leí a Capote, pero me contaron
que escribió algo así como crónicas policiales con un gran sentido literario.
Entonces tomando en cuenta eso que me contaron, asocié el titular que cité más
arriba a su pluma. No quiero ser un estafador, en serio, por favor no me
etiqueten de esa forma. Bastante tengo con este cuarto y mi aburrimiento.
¿Ustedes
piensan que soy aburrido? Para que vean todo lo aburrido que puedo llegar a
ser, una vez en un viaje de ómnibus a Artigas (el departamento más al norte de
mi país), me hice el dormido durante todo el trayecto para no tener que hablar
con la señora que iba al lado mío. Pero resulta, que en determinado momento se
pone a hablar con un muchacho que estaba sentado en el asiento del pasillo,
frente al suyo. El hombre que era más joven que ella, comenzó a hablarle de
cosas muy subidas de tono. A mí nunca se me pasaría por la cabeza hablar de
esas cosas con una desconocida. Bueno, a él sí. De tanto comentario caliente, la
mujer empezó a "enloquecerse". Siempre recuerdo esa palabra asociada
a la excitación por causas eróticas porque era lo que mi padre le decía a mi
madre cuando practicaban el sexo (yo pensaba que jugaban luchas): "loooca,
loooca". De tan excitada que estaba, ella lo invitó a él, a encerrarse en
el baño del ómnibus, y lo hicieron. Estuvieron ahí dentro un rato largo.
Afuera, en el pasillo se formó una cola de seis o siete personas esperando para
utilizar el baño, pero a ellos no les importaba. Hasta que en un momento el
chofer detuvo el ómnibus, fue hasta el fondo, y les pidió que salieran. Y
salieron, muertos de risa. Mientras yo me hacía el dormido.
Ahora
que recuerdo esto, no estoy tan aburrido.
También
me pongo a pensar que los noticieros nunca informaron sobre el incidente que
ocurrió un domingo de abril en el ómnibus rumbo a Artigas. Obvio, ¿para qué van
a hablar de eso? Si todo ya está escrito.